Los bomberos lograron avances iniciales en el combate a los incendios que arrasan Los Ángeles, aunque el fuego sigue fuera de control y la magnitud de la destrucción es alarmante. Joe Biden, presidente saliente, declaró la zona como catastrófica, mientras Donald Trump, mandatario electo, culpó de la tragedia al gobernador Gavin Newsom y a la alcaldesa Karen Bass, exigiendo la renuncia del primero.
En Pacific Palisades, los incendios redujeron a cenizas docenas de manzanas habitacionales, dejando chimeneas solitarias como testigos de la devastación. En Malibú, sólo algunas palmeras ennegrecidas permanecen de pie. Las pérdidas incluyen cinco iglesias, una sinagoga, siete escuelas, dos bibliotecas y numerosos negocios locales. Hasta el momento, se han confirmado 10,300 estructuras destruidas en los vecindarios más afectados.
A pesar de frenar la expansión de los incendios más grandes, Altadena sigue sin control alguno, según Anthony Marrone, jefe de bomberos. Equipos de todo el país y Canadá lograron detener el avance de las llamas en las colinas de Hollywood, lo que permitió cancelar evacuaciones en la zona. Erik Scott, capitán de bomberos, destacó el uso efectivo del agua lanzada desde aeronaves, aunque los fuertes vientos del martes impidieron su operación en áreas críticas.
El Servicio Meteorológico de Estados Unidos advirtió que nuevas ráfagas intensificarán los incendios, mientras 180,000 residentes permanecen bajo órdenes de evacuación. Las llamas ya consumieron 117 kilómetros cuadrados, área similar al tamaño de San Francisco.
Entre las víctimas mortales, figura Victor Shaw, de 66 años, quien decidió quedarse para proteger su hogar. Su cuerpo fue encontrado en la entrada con una manguera en mano.
