El osito Paddington, nacido de la pluma de Michael Bond en 1958, sigue siendo un ícono entrañable de la literatura infantil. Con su sombrero rojo, maleta y una etiqueta que dice: “Por favor, cuiden de este oso. Gracias”, Paddington ha enseñado a generaciones sobre bondad y empatía. Tras las aclamadas películas de Paul King, Paddington (2014) y Paddington 2 (2017), la nueva entrega, Paddington en Perú, llega con cambios significativos.
Esta vez, la dirección recae en Dougal Wilson, un cineasta con experiencia en comerciales y videos musicales. Aunque logra mantener la esencia tierna del osito, su enfoque carece de la sensibilidad artística que King aportó a las películas anteriores. El resultado es una cinta más comercial, menos emotiva y con una narrativa que sacrifica la magia por una estructura convencional.
Ben Whishaw regresa como la voz de Paddington, nuevamente capturando la bondad e inocencia que hacen al personaje tan humano y cercano. Sin embargo, el cambio de Sally Hawkins por Emily Mortimer como Mrs. Brown deja un vacío difícil de llenar, ya que Hawkins aportaba una calidez única al personaje. Por otro lado, las actuaciones de Antonio Banderas como un capitán carismático y pícaro, y Olivia Colman como una monja melodramática, ofrecen destellos de diversión que no logran sostener el nivel cómico de las entregas previas.
La trama sigue a Paddington en su regreso al Perú tras enterarse de que su querida Tía Lucy (con la voz de Imelda Staunton) atraviesa dificultades en un hogar para osos. La historia mezcla aventuras al estilo Indiana Jones con referencias al cine de Werner Herzog. Filmada mayormente en Colombia, la cinta presenta paisajes impresionantes que, sin embargo, no compensan una narrativa que recuerda a un guion reciclado.
