Un total de dos mil 566 ollas de barro forman la cúpula de\n la iglesia de la Purísima Concepción, en la cabecera municipal de Almoloya, y\n esa bóveda es mudo testigo de un pueblo alfarero que poco a poco pierde su\n arte, su esencia, sin que nadie se preocupe por rescatar el oficio, que es\n fuente de riqueza en otras entidades.
Durante gran parte del siglo 20, el pueblo de Almoloya se\n caracterizó por tener excelentes alfareros que hacían verdaderas obras de arte\n con el barro, inclusive, en Presidencia Municipal se exhiben fotografías donde\n se muestra una gran variedad de artículos elaborados en la época de bonanza.
Durante la construcción de la iglesia de La Purísima\n Concepción, se decidió dejar huella de la actividad económica preponderante en\n el municipio. Además de la agricultura e industria pulquera, predominaba la\n alfarería, y como auténtica obra de arte decidieron hacer la cúpula del centro\n religioso con ollas de barro: dos mil 566 que se mantienen intactas a la fecha.
La modernidad y con el argumento de que los trastos de barro\n contienen plomo que daña a las personas, se ha dañado y casi desaparecido esta\n actividad ancestral, poco a poco mueren los viejos alfareros que existen y con\n ellos su arte, nadie se ha preocupado porque dejen escuela.
Con información de Juan Sabino Cruz\xa0;
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Lorenzo Luna García, de 57 años, vecino de la calle\n Francisco González Bocanegra, en el exterior de su hogar tiene un puesto\n metálico semifijo para vender una gran variedad de artículos de barro.
Reconoce que Almoloya fue un gran pueblo de excelentes\n alfareros, verdaderos artistas, sin embargo, ya quedan muy pocos, escasamente\n cinco o seis, muchos ya grandes de edad que no están dejando escuela, así que\n el oficio empieza a desaparecer.
Afirmó que algunos que antes se dedicaban a la alfarería ya\n dejaron el oficio, prefieren comprar sus productos en otros municipios, al\n parecer, por lo poco rentable de esta noble actividad.
Luna García explico que mucha de su variada mercancía la\n compra a los alfareros locales, otra la trae de otras entidades, así todos los\n turistas tienen la oportunidad de llevarse un recuerdo como son ollas,\n cazuelas, jarros, molcajetes, salseras, cantaros, comales y muchos otros\n productos de barro.
Dejó claro que las autoridades deben intervenir y rescatar\n este oficio que le dio identidad a Almoloya, los maestros que quedan pueden ser\n contratados para impartir cursos donde se enseñe a los interesados a\n seleccionar los materiales, la forma de preparación y aplicación de las\n mezclas, tiempo y temperatura en los hornos para sacar productos de calidad.
El comerciante explica que esta actividad no es para hacerse\n rico, pero su mercancía tiene demanda por nostalgia o tradición, la gente pasa\n y se lleva un recuerdo, para utilizarlo en el hogar o ponerlo de adorno.
Invitó a la población a visitar Almoloya y apoyar con la\n compra de los artículos de barro, pues así podría repuntar la actividad y\n mejorar la economía de las personas, así se evitaría que muera la alfarería en\n este municipio.