El Tuzobús de Pachuca atraviesa uno de los momentos más críticos desde su puesta en marcha. Se trata de una crisis que no surgió de forma repentina, sino que se arrastra desde su origen; sin embargo, hoy más que nunca afecta a los hidalguenses.
El sistema se implementó durante el sexenio de Paco Olvera, sin un diagnóstico integral de movilidad y sin incorporar las necesidades reales de la población. Desde entonces, el proyecto nació con fallas de planeación que hoy se reflejan en un servicio insuficiente, rebasado y ajeno a la vida cotidiana.
El fracaso del Tuzobús
Desde su arranque, este medio de transporte generó inconformidad social por la eliminación de numerosas rutas del transporte público tradicional. Colonias completas quedaron sin conexión directa, obligando a las personas a realizar trasbordos forzados que incrementaron tiempos de traslado y costos.
La promesa de un sistema moderno y eficiente nunca se materializó; en su lugar, se consolidó un esquema que complicó la movilidad y fragmentó el acceso al transporte, especialmente en zonas periféricas. Hoy más que nunca los pachuqueños pierden el tiempo en trayectos largos e innecesarios.
Las quejas ciudadanas se registraron desde el primer día de operación. Largas filas, unidades saturadas, estaciones insuficientes y frecuencias incapaces de cubrir la demanda marcaron el funcionamiento del sistema. Lejos de corregirse con el paso del tiempo, estas deficiencias se volvieron estructurales debido a la falta de ajustes de fondo al diseño original. A ello se suma el deterioro del parque vehicular, resultado de años sin mantenimiento adecuado, que ha dejado numerosas unidades fuera de servicio y ha reducido de forma drástica la capacidad operativa.
El impacto recae de manera directa en trabajadores, estudiantes y personas de menores ingresos que dependen del Tuzobús para sus traslados diarios. El sistema consume horas de vida, limita oportunidades y se ha convertido en un obstáculo para la movilidad urbana.
La situación que vive el Tuzobús exhibe un modelo agotado que requiere cambios de fondo, pero también evidencia el costo social de decisiones mal planeadas que, hasta ahora, siguen sin ser corregidas.
