Hoy 18 de julio se conmemora el 152 aniversario luctuoso del Benemérito de las Américas, Benito Pablo Juárez García. Y en\xa0;esta entidad de la República\xa0;se le recuerda con especial patriotismo, debido a que fue él quien decretó la\xa0;creación\xa0;del Estado de Hidalgo, en enero de 1869, solo tres años y medio antes de su muerte.\xa0;\xa0;
Y en Apan se recuerda que, durante la inauguración del tramo ferroviario México – Apizaco,\xa0;en 1867, el\xa0;presidente Juárez pasó por Apan y disfrutó de un gran banquete en la Hacienda Ocotepec.
Dos años más tarde,\xa0;en 1869,\xa0;el escritor, periodista, político, maestro y diplomático mexicano, Ignacio Manuel Altamirano,\xa0;relató\xa0;nuevamente su paso por los llanos de Apan.
Corría el año de 1867, para ser exactos en el mes de septiembre, en donde el\xa0;presidente de la República,Benito Juárez,\xa0;viajaba con dirección a Puebla para inaugurar el ramal de ferrocarril entre México – Puebla, momento en el que Ignacio Manuel Altamirano,\xa0;su\xa0;amigo y compañero,\xa0;escribe lo que hoy es:
“La crónica de las Fiestas de Septiembre en México y Puebla (1869)”, haciendo un apunte muy particular sobre el pueblo de Apan, que a la letra dice:\xa0;
“Pero de repente el tren se detuvo y dio fin a nuestras filosóficas reflexiones: estábamos en Apan (Hidalgo), que se divisa a poca distancia con su pequeña iglesia triste y fea, con sus caseríos sucios y con sus\xa0;callecitas solitarias; ni un árbol hay en este pueblecito adonde no quisiéramos que nos confinaran porque\xa0;nos\xa0;moriríamos de tedio; ni un mal huertecillo, ni una enramada de calabazas ni de chayotes.
Fuentes, Dios las dé; flores, sólo que se produzcan debajo de la tierra; francamente no sabemos qué diablos haya\xa0;en este Apan tan polvoroso y tan lóbrego como un nido de hurones.
“Pero volviendo a la estación, solemne chasco nos habríamos llevado si no hubiéramos confortado nuestros\xa0;estómagos con un regular almuerzo antes de meternos al tren. Sólo hay en el paradero de Apan una mala\xa0;cantina con media docena de tortas conteniendo en su seno los mantenimientos del día anterior, aguardiente\xa0;rasposo como un cepillo de ropa; y más allá, una barraca levantada sobre un montón de piedras, que contiene a\xa0; una indígena fabricante de enchiladas y profesora de alquimia, pues convierte en chile, en masa, en cebolla y\xa0; carne todo lo que encuentra a la mano; y,\xa0;aun así,\xa0;fortuna es y grande poder conseguir de ella una de sus\xa0;chalupas odoríferas, capaces de indigestar al padre Saturno.
“Después de quince minutos de detención, el tren continuó su camino: ya entonces, nosotros, por una sonrisa de la suerte, nos encontrábamos metidos en el vagón del\xa0;presidente y de los ministros. Allí disfrutamos de las\xa0;delicias de un lunch suculento (las chalupas de Hidalgo), y con el bienestar que esto produce pasamos las horas\xa0;muertas frente a Guillermo Prieto, que se hallaba expansivo en el más alto grado por la misma causa”.
Hasta aquí el fragmento de una inolvidable y memorizada crónica de Manuel Altamirano, rescatada por el\xa0;doctor Efraín Castro Morales, cronista vitalicio y emérito de la ciudad de Puebla.\xa0;
Enchiladas o chalupas como las hay en Hidalgo, mantecosas y ahogadas en salsa, son placeres y antojos del presidente Benito Juárez.\xa0;
Interesante… ¿Conocías este relato?
