En un acto desesperado por mantenerse a flote ante su inminente debacle política, los priístas no escatiman en agarrarse de cualquier cosa que les permita mantener una mínima relevancia en el escenario político, incluso si eso implica colgarse de una soga que podría terminar ahorcándolos.
En los últimos días, los ex gobernadores Francisco Olvera y Rubén Moreira han optado por lanzar críticas abiertas y sin fundamento sobre la gestión de la seguridad en sus respectivos estados, en un intento de ganarse algunas migajas electorales a costa del dolor y sufrimiento de la población. Olvera y Moreira, conocedores de su oscuro pasado y su nula actuación en la lucha contra el crimen organizado durante sus mandatos, han decidido en un giro cínico y oportunista, montarse en el tema de la inseguridad para intentar posicionarse como defensores del pueblo. Sin embargo, su intento es visto con escepticismo y repudio por parte de la sociedad, que no olvida ni perdona su complicidad y corrupción.
El ex gobernador Olvera Ruiz, en un acto de cinismo exacerbado, ha publicado en sus redes sociales afirmaciones sobre la supuesta ocultación de cifras de inseguridad y la presencia de fosas clandestinas en Hidalgo. Estas declaraciones son una afrenta a la verdad y una falta de respeto a las víctimas de la violencia, ya que Olvera fue incapaz de enfrentar de manera efectiva al crimen organizado durante su gestión. Recordemos quién es realmente este individuo que ahora pretende presentarse como un defensor de la seguridad ciudadana: Francisco Olvera Ruiz, conocido por su turbio pasado como jefe de porros en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y como uno de los principales beneficiarios de la corrupción en el estado. Durante su mandato, Hidalgo fue testigo de una ola de violencia desatada por grupos criminales como Los Zetas, a los cuales Olvera prefirió ignorar en lugar de enfrentar.
Mientras tanto, Rubén Moreira, líder priísta en San Lázaro, también ha decidido sumarse al circo mediático al acusar al gobierno de Hidalgo de ocultar información sobre la inseguridad en el estado. Sin embargo, Moreira debería mirar hacia atrás antes de hablar, ya que durante su gestión como gobernador de Coahuila, permitió que Los Zetas convirtieran a su estado en un verdadero infierno de violencia y corrupción.
Los Moreira dejaron una deuda financiera multimillonaria en Coahuila, además de una deuda social con los ciudadanos que sufrieron las consecuencias de su incompetencia y complicidad con el crimen organizado. Las desapariciones forzadas, los homicidios violentos y la impunidad reinante durante su mandato son solo algunos ejemplos de su legado nefasto. Si Rubén Moreira quiere hablar de inseguridad en Hidalgo, debería empezar por explicar cómo permitió que Coahuila se convirtiera en un estado dominado por el terror y la violencia durante su gestión. La masacre de Allende, donde cientos de personas fueron asesinadas y desaparecidas, es solo una muestra de la brutalidad que se vivió bajo su gobierno.
