En un preocupante acontecimiento, quince niños y cinco niñas, con edades comprendidas entre los 11 y 17 años, fueron presentados en la comunidad de Ayahualtempa, Guerrero, como nuevos integrantes de la policía comunitaria. Portando armas de fuego y cubriendo la mitad de sus rostros, estos menores exhibieron un adiestramiento tipo militar durante una asamblea llevada a cabo en la localidad.
La decisión de armar y entrenar a estos jóvenes se fundamenta, según sus propias declaraciones, en el temor generado por los recurrentes actos de violencia, asesinatos y desapariciones que han marcado los últimos años en la región. Durante la mencionada asamblea, los menores realizaron una demostración de sus habilidades recién adquiridas, marchando en formación y asumiendo posiciones de disparo.
Este no es el primer episodio de este tipo en la región. En 2019, tras el asesinato de diez músicos a manos de presuntos integrantes del grupo delictivo de Los Ardillos, se armó al primer grupo de niños en la localidad de Alcozacan. Este hecho, en su momento, también generó preocupación y críticas, pero parece haber sentado un precedente que se replica en Ayahualtempa.
La situación plantea interrogantes sobre la protección y el resguardo de los derechos de estos menores, así como la efectividad y ética de su participación en actividades vinculadas al uso de armas de fuego. Además, levanta la cuestión de las medidas que las autoridades locales y nacionales deben tomar para abordar el problema de la violencia que ha llevado a comunidades a tomar medidas extremas como estas.
Las autoridades competentes aún no han emitido un comunicado oficial sobre este peculiar reclutamiento de menores en la policía comunitaria, dejando a la comunidad y al público en general a la espera de más información sobre cómo se abordará esta situación y qué medidas se tomarán para garantizar la seguridad y el bienestar de estos adolescentes involucrados en actividades de alto riesgo.